miércoles, 15 de abril de 2020

PANDEMIA: ÁNGELES Y DEMONIOS EN ESPAÑA



Se lo estáis haciendo a Él

 La pandemia del coronavirus acaece como una secuencia inverosímil de sucesos. Un mundo pasmado observa el desmoronamiento de la humanidad. Nadie estaba preparado para ver a las naciones convertidas en tanatorios en tiempos de paz en descomunales morgues con montañas de muertos víctimas prematuras de un patógeno invisible. Ni los fecundos raudales de las imaginaciones más preclaras corren tanto como la pandemia en su viaje meteórico por los continentes de la Tierra. Un escenario dantesco va dejando a su paso. Y no hay ciudadano de la aldea global que no sienta sobre sus talones la presencia siniestra del covid-19. A medida que van pasando los días vemos a las sociedades más extenuadas más y más golpeadas psicológicamente y con gran angustia ante el incierto porvenir. ¿Qué quedará en pie el día después del coronavirus?.. es la pregunta que nos hacemos todos. ¿Qué va a ser de todos aquellos en los que pase de largo la mortandad? Muy verdaderamente el futuro inmediato es inquietante. Pero esta pandemia no solo nos muestra la fatalidad de nuestro momento histórico y los errores colosales sobre los que se asienta la civilización actual. Una concepción del mundo que habiendo olvidado la Norma de la creación se ve amenazado de un fin trágico, por injusto, egoísta y cruel.

Plaga mundial

Sin embargo en esta hora crítica los ángeles y los santos están mostrándose al mundo obrando milagros, maravillas y prodigios. Salvando vidas, dando la mano al necesitado, socorriendo al rico y al menesteroso. Velando las 24 horas por todos. Son esas figuras que vemos todos los días en los hospitales, los supermercados, en el ejército, van en motos de tráfico, en camiones de bomberos, en coches de policía, transportan las mercancías por todas las carreteras de España como camioneros, están en los servicios de limpieza, en las furgonetas de reparto, en correos, lavanderías, en las empresas que producen todo lo que necesitamos, en los barcos de pesca, en los hombres del campo, en las granjas, en los comedores sociales, en internet, en las compañías telefónicas, en las funerarias y en tantos y tantos servicios menospreciados con sueldos precarios y recompensas de miseria que este escrito si los escribiera llenaría una enciclopedia. Ahí estamos viendo las caras de los ángeles y de los santos en cada nación. ¡Qué cerca los teníamos y nos los veíamos! El coronavirus nos los muestra todos los días. 

Ángeles de España

En cuanto a los demonios no los vemos porque se nos presentan como ángeles de luz. Son maestros del engaño con pieles de cordero pero lobos voraces. Es difícil verlos porque han obnubilado nuestra mente y han poseído ideológicamente todos nuestros pensamientos. Aunque por sus obras podemos reconocerlos. Y también por su narración novelada de caballería en el enfrentamiento con la pandemia. Ellos representan la razón de la sinrazón que a nuestra razón se hace. 



He querido que la primera foto de este escrito reflejara el amor más puro. Es la representación del Redentor del mundo.  Es una imagen superlativa de todos aquellos anónimos y desconocidos que están siendo los ángeles guardianes.  Pero también para decirles que un amor tan grande, tan desinteresado, tan excelso,  es como si se lo diéramos a Él.















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