domingo, 29 de enero de 2017

NUESTRA LUCHA: Martilleando la espada para forjarla arado




Nuestra lucha: martilleando la espada para forjarla arado.
De Tziyyon sale la instrucción


Mis primeras impresiones de Barcelona fueron de admiración. Era un joven padre de familia por aquel entonces, y me resultó interesante la idea trabajar en Cataluña. La ciudad Condal se preparaba para los Juegos Olímpicos, estaba poniéndose guapa. Sí, quedé deslumbrado ante el brillo cegador de la gran urbe catalana. Uno, como todo buen valenciano, sabe apreciar el progreso y las evoluciones de los lugares,  asombrándonos del dinamismo de los pueblos y de sus gentes. Y como todo valenciano con una "Personalidad Altamente Sensible", como se nos califica hoy a los que somos así, mis sentimientos se vieron desbordados ante las dimensiones de lo que veía. Yo, que vine a Barcelona sin estar curtido en estas lides de dejar la casa de uno, que salí para allá de esos barrios de Valéncia donde la proximidad de los balcones del vecino te permiten coger los geráneos de sus macetas, tan encantadores como las calles de una judería medieval, me quedé en trance, hechizado, ante la magnitud y las proporciones de una ciudad que se debe al florecimiento y la bonanza por encima de todas las cosas. ¡Qué ríos de personas fluían como inundaciones que lo empantanaban todo! ¡Qué tráfico de coches y qué conductores tan veloces!  Se conduce tan vertiginosamente que si no avisas con los intermitentes con una hora de antelación te puedes cruzar la ciudad de punta a punta sin parar en ningún semáforo. Grande contraste este con los domingueros que llevan a la familia al campo o las playas del Saler y la Malvarrosa. Allí todos son Fangios. Se corre tanto que hasta las apisonadoras van a ciento veinte. Al menos tuve esa impresión.

 Y bajo las entrañas de su suelo, una ciudad semejante a la de arriba, pululan las multitudes siempre corriendo dentro de la tripa del Metropolitano, de la gran serpiente que las transporta culebreando por los subterráneos de toda el área comarcal. ¡Qué prisas! !Pronto descubrí, que todos los individuos del condado, antes de llegar a un sitio se les ha hecho tarde para largarse! Supe por primera vez lo que era el estrés todos parecían sufrir del baile de San Vito. Pero estaba bajo el encantamiento que produce el poder, atrapado por el embrujo de las amplias avenidas, la colosal estampa de sus edificios, la hermandad de las sardanas, y cautivo de la propaganda y los eslóganes enfervorizadores del espíritu nacionalista. Inmediatamente notas la abundancia de dinero. Caí de rodillas ante el oro del becerro, sentí impulsos de adorarlo. El dinero parecía recogerse cual capa de maná formada por el rocío cada noche. Barcelona se ponía guapa  embelesando al mundo con los caudales del Estado español. Muy verdaderamente los Juegos Olímpicos de la ciudad Condal, son con mucho los mejores presenciados. La flecha flamígera disparada por el arquero con su estela de fuego, prendiendo el Pebetero en llamaradas ardientes, es una imagen pura, inolvidable, incrustada, fijada para siempre en nuestro cerebro.¡¡La simpleza de una creatividad sin límites!!




Barcelona 92. Los mejores Juegos Olímpicos. 



Me llamaban el "Ché" todo el mundo tuvo claro mi procedencia valenciana. Me encantó el orden y la disciplina laboral. Muy científico todo adecuado a la eficiencia y mentalidad de cabezas cuadradas. Sí, los catalanes tienen cosas muy buenas. Sentido de la responsabilidad y de la pela. Porque Barcelona es buena si la bolsa suena. Fui habituándome a la ajetreada vida. Tras ocho meses alquilé un piso y traje a mi familia por fin a mi lado. Los precios de los alquileres estaban por las nubes era  más barato comprar las minas de oro del Potosí que el pago de una habitación. Ante la afluencia de las masas la especulación se apoderó de los precios. Los estafadores hacían su agosto junto a toda clase de granujas, mangantes, y chorizos de altos vuelos. Por esa época a un caballo trotando le robaban las herraduras. La pela es la pela. En Cataluña la pela es Dios el Dios que rige su destino. Sufrí un chasco tremendo por aquella realidad, y me llevé otro guardando cola en una panadería. Miraba los pasteles y los ricos bollos de las vitrina, cuando en un perfectísimo y sonoro catalán escuché a mis espaldas "¡bon día!". Aquella grave voz de barítono hizo girarme para mirar al dueño de tan maravilloso don. ¡Era una mujer! Parecía un cabo del regimiento prusiano, altiva, con un par de pantalones bien puestos. Desde ese momento cada vez que me hablan en catalán es como si me tractoraran los oídos. Tan arrogante y malsonante me es. ¡Qué dulce es la lengua valenciana!


 Feliz de estar reunido a mi querida esposa y mis hijos, dos pequeñuelos preciosos como almendros en flor, una serena calma me puso a pensar. La insolación, el golpe de calor de mi cabeza, que me hizo ver un espejismo, pronto sanó.Y me dí cuenta de la fría inhumanidad de la imagen de los jerarcas de Cataluña. Místicos negros que acaudillan un pueblo inconsciente, tras la máscara, esconden un poder pérfido. Un rostro iracundo, un carácter soberbio, unas ideas demoníacas de dominación. Son un engaño, una satrapía del padre de la mentira, la descendencia maldita de los orígenes, adoradores de Baal. Escondidos en su cubil, miran el trono sombrío que les han prometido, envuelto de vapores venenosos donde se incuban toda clase de serpientes y escorpiones, toda abominación de ralea impura, una caterva ruin, sórdidos personajes de un ejército de sirvientes que croan como ranas los libelos independentistas.¿Cómo puede una banda de criminales, profesionales del delito, dirigir los destinos de un pueblo tan mangno y de cualidades tan excelsas como el catalán?  De ese secreto trono salen las abominaciones de las tierras catalanas, la inmundicia que asola las Islas Baleares y todas las comarcas del antiguo Reino de Valéncia y sus regiones. Estos sátrapas son el azote de España. Y sus compinches de los gobiernos de Madrid. Son uña y carne. Estamos en muy malas manos, perversas y siniestras manos. 

¿Por qué no juntos? 


Oíd, pues, el pueblo valenciano las cosas que tenéis que hacer. Levantarás tus defensas pacíficamente. Tendrás un espíritu juicioso y un escudo de valentía incluso los que rechazáis la batalla. Valéncia ha sido tomada y nos impiden ser el pueblo que somos. Cataluña cree tener el derecho de tomarnos como suyos. Y en su insolencia ha  venido a esclavizarnos en nuestra propia casa. Nos manda con orden imperativa, que dejemos de ser valencianos,  para ser catalanes como nuestros opresores. Nunca ha pasado nada igual en nuestra historia, jamás se amenazó la existencia de nuestro pueblo valenciano para que abdicara y se rindiera incondicionalmente y aceptara ser con el nombre de otro pueblo. No podemos dejar de ser valencianos porque Cataluña quiera. Queremos decirle a Cataluña que no queremos ser catalanes, que amamos lo que somos, que tenemos un gran cariño por nuestras señas de identidad. Rechazamos su lengua impuesta por la fuerza de las leyes a un pueblo que abomina de ella, que aborrece una escritura y un habla que no son suyas. Y queremos decirle, que se vayan de nuestras tierras, que deje libre a este pueblo. Nosotros queremos estar unidos a España. Independientes no queremos ser. 
Independientes de España. Colonizadores de Valéncia y Baleares.





Somos un pueblo pacífico de arado y no de espada. Y seremos aún más pacíficos para echaros de nuestros dominios. Si queda alguna herrumbrosa espada, la martillamos hasta convertirla en un arado. Nos enfrentaremos a vosotros con las armas de nuestro espíritu, con las más grandes cualidades del intelecto de los hijos de estas tierras. Hazlo así ahora, pueblo mío, dan comienzo los rumores, los rumores de guerra, y muchos países entrarán en conflicto bélico. Las naciones forjan sus arados en espadas. Tú forja tus espadas en arados. Canta un cántico nuevo  de Amor y de Paz. ¡Y vencerás!


No, que no triunfe Cataluña sobre el pueblo valenciano. Que triunfe Valéncia para que reine el orden y la justicia. Si permitimos con nuestra indolencia, en nuestra nefasta despreocupación que todo siga igual, empeorará, y mirar para otro lado nos hará cómplices de la tragedia.Y la Cataluña arrogante, soberbia y tiránica, dará paso a la divinización de la fuerza y ese derecho tendremos, se consagrará la brutalidad como arma perfecta, como el estado natural y darwiniano para conseguir los propósitos más siniestros. Se dará culto al exterminio y anexión de otras regiones y España entrará de nuevo en otra guerra civil alentada otra vez desde el exteriorY cuando Cataluña luche por otros territorios, vueltas sus hambres depredadoras, nuestros hijos pelearán sus guerras. Yo no acepto que nos arranquen nuestra alma valenciana, que nos borren nuestra historia, que nos hagan caer en la barbarie catalana. Y puedo deciros que tengo una inmensa fe en nosotros. Siempre he creído en la grandeza del alma valenciana y ahora más que nunca tengo la certeza de que lucharemos hasta no dejar un residuo de nuestros invasores. Que no nos abrume la tarea, todos juntos seremos capaces de conseguirlo, y el Gobierno de España no tendrá otra opción que ayudarnos. Somos valencianos desde este mismo momento y para siempre. 

                                                    ¡Vixca Valéncia! ¡Viva España!





                                             







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